La automedicación es un mal hábito que no logramos erradicar. En un reciente estudio llevado a cabo por el Centro de Investigación sobre Fitoterapia, 6 de cada 10 españoles toman antibióticos para gripes, resfriados y afecciones de garganta, y el 40% lo hacen sin receta médica, por iniciativa propia, sin la adecuada supervisión de un sanitario. El dato es preocupante si tenemos en cuenta que el 90% de los resfriados tiene origen vírico y los antibióticos no combaten virus, sino bacterias.
Si tomamos un antibiótico para un virus, lo que conseguimos es que el organismo genere una resistencia a ellos, por lo que cuando sea necesario administrarlos para tratar un problema bacteriano no servirán de nada.
Cada vez son más los pacientes a los que hay que suministrarles el antibiótico por via intravenosa, porque su cuerpo es ya resistente a formas menos agresivas de administración, como son las pastillas.
Otros riesgos de la automedicación es que hay pacientes que crean dependencia, adicción a determinados fármacos o han sufrido interacciones negativas con otros medicamentos.
La automedicación se presenta en todos los grupos de edad y condición social, y a veces, pueden enmascarar enfermedades, lo cual dificulta la labor de los sanitarios.
La automedicación puede dar lugar a muchas intoxicaciones y reacciones alérgicas a medicamentos, nunca se debe tomar fármacos que se le hayan prescrito a otras personas aunque pensemos que tenemos la misma enfermedad.
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