El verano se caracteriza por ser la época del año en la que tenemos menos preocupaciones y, a la vez, más tiempo libre para ocuparlo como nos apetezca. Sin embargo, no todo son alegrías. Durante esta estación son muy comunes ciertas molestias como los cortes de digestión, las gastroenteritis, las infecciones por hongos, las infecciones oculares o las picadura de medusas.
LO QUE DEBES SABER
- Para evitar la gastroenteritis debemos tener cuidado al consumir alimentos con huevo y prestar atención a las condiciones del agua.
- Debemos prestar atención a la información suministrada por las autoridades locales sobre la presencia de medusas (algunas disponen de una bandera específica).
- Hay que usar gafas de protección solar de calidad que filtren las radiaciones nocivas ya que unas lentes inadecuadas pueden producir daños como queratitis o, a largo plazo, cataratas.
Gastroenteritis
El riesgo de gastroenteritis aguda se intensifica en los meses estivales debido a las altas temperaturas, las cuales favorecen el crecimiento bacteriano en ciertos alimentos, sobre todo en el huevo duro y las salsas. Por este motivo, debemos extremar el cuidado al consumir alimentos con huevo y prestar atención a las condiciones del agua. Asimismo, las frutas y verduras deben lavarse bien antes de su consumo.¿Qué hacer ante un cuadro de gastroenteritis?
- Seguir una dieta astringente.
- Prescindir de antidiarreicos sin prescripción médica.
- Aumentar la ingesta de líquidos para evitar la deshidratación.
- No tomar alimentos sólidos durante las primeras 4-6 horas (niños) o 12 horas (adultos). En este tiempo sólo se administrará suero oral hiposódico (un sobre disuelto en 1 litro de agua mineral sin gas) o limonada alcalina (a 1 litro de agua hervida se le añade el zumo de dos o tres limones, media cucharilla de bicarbonato, media cucharilla de sal y dos o tres cucharadas de azúcar), bebiendo pequeñas cantidades, de forma continua, según demanda (sin forzar). Cuando se haya controlado la primera fase, se introducirá gradualmente la dieta sólida, siempre en pequeñas cantidades para comprobar la tolerancia a la misma: sopas (de arroz, de zanahoria o de pescado), puré de patatas y zanahorias, huevo (pasado por agua, duro o en tortilla), pescado blanco o carne de ave, cocidos o a la plancha, frutas (manzana asada, manzana oxidada con unas gotas de limón, membrillo, plátano maduro…), pan blanco tostado. Durante toda la duración del proceso se mantendrá la rehidratación con suero oral hiposódico o limonada alcalina.
- Tomar infusiones claras de té o manzanilla, edulcoradas con sacarina y pan tostado.
- Suprimir la leche y sus derivados durante todo el proceso. Como mucho se tolerará el yogur natural y los quesos frescos (después de una mejoría franca).
- Evitar tomar las frutas y verduras crudas. Y durante una semana no se tomarán verduras de color verde: acelgas, espinacas, lechugas, ni almendras, compotas, nueces o pan negro.
- No comer dulces: caramelos, chocolates, pastelería, azúcar...
- Tomar bebidas muy frías, refrescantes y, especialmente, agua minero-medicinales con gas.
Picadura de medusa
Las medusas son difíciles de ver por su transparencia. Al
sentirse molestada desprende unas células urticariantes
que contienen veneno en su interior y que,
únicamente con el roce, producen efectos leves, en
general, aunque muy molestos. Normalmente, sentiremos
dolor y ardor inmediatos, seguido de
inflamación, enrojecimiento y sangrado en el lugar de la picadura.
Para evitar las picaduras de medusa debemos estar
atentos a la información suministrada por las
autoridades locales sobre la presencia de medusas en las
playas (algunas disponen de una bandera
específica, además de las tradicionales roja,
amarilla y verde).
¿Qué hacer ante una picada de medusa?
- Limpiar la zona afectada por la picadura con suero fisiológico o agua salada. Nunca se debe utilizar agua dulce ya que podría romper las células urticantes, provocando otra picadura.
- Examinar la picadura y si hay algún resto de tentáculo adherido a la piel, quitarlo con unas pinzas.
- Aplicar frío a través de un paño durante unos 15 minutos. Nunca se debe frotar ni con toallas, ni con arena, ni con nada que pueda lastimarnos más.
- Acudir al puesto de primeros auxilios, donde nos podrán administrar un antihistamínico y/o un analgésico si fuera necesario, o bien trasladarnos a un centro médico si el estado empeora.
Infección por hongos
En verano son más frecuentes las infecciones por hongos ya que
aumenta su proliferación por la humedad y el calor. Se
multiplican en aquellas donde existe roce entre dos
superficies cutáneas, como los dedos de los pies, las
ingles o bajo las mamas.
El más típico de todos es el pie de atleta, que se
localiza en los dedos de los pies. Para evitarlos, hay
que adoptar la máxima precaución en las piscinas,
saunas, gimnasios y zonas públicas donde se está en
contacto directo con la humedad. Es altamente
recomendable utilizar zapatillas en piscinas y evitar ir
descalzo. Durante el resto del día se deben utilizar
zapatos transpirables o de materiales naturales y, por
supuesto, seguir una higiene personal diaria, haciendo
especial hincapié en el secado cuidadoso de los pliegues
cutáneos (ingles, axilas, dedos de los pies, etc.).
Infección ocular
El agua del mar y de piscina es irritante para los ojos y puede ser también vehículo de transmisión de infecciones oculares. El uso de lentes de contacto tanto en la piscina como en la playa disminuye el riesgo de contraer infecciones de este tipo y de incrementar la sequedad ocular.De hecho, las gafas son un complemento necesario durante los meses estivales. Siempre hay que usar gafas de protección solar de calidad que filtren las radiaciones nocivas. Unas lentes inadecuadas pueden producir daños como queratitis o, a largo plazo, cataratas.
Corte de digestión
Durante el verano se suelen producir con más frecuencia
los cortes de digestión. Para evitarlos debemos
reposar alrededor de una hora y media después de
las comidas, sobre todo si la inmersión es en
aguas frías.
Accidentes en verano
En verano nos desplazamos a lugares desconocidos,
practicamos más deportes, comemos de manera diferente y,
a veces en exceso, bebemos con frecuencia más alcohol...
Al mismo tiempo, solemos estar más relajados. Esta
combinación de actitudes nos puede conducir a una
disminución de la alerta y propiciar
accidentes.
Para prevenir los accidentes,
debemos extremar las precauciones y estar atentos
incluso al realizar una actividad que,
aparentemente, parece no tener riesgo alguno.
En conclusión, hay que tener cuidado y adoptar las
precauciones oportunas ya que sino el verano puede
convertirse en el peor enemigo de nuestro organismo y
transformar unos días felices de descanso y disfrute en
un tormento.
Pag de referencia:http://www.mapfre.es/salud/es/
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