La palabra “siesta” procede del vocablo latín sexta. Los romanos se referían a la hora sexta, seis horas después del comienzo de la jornada, para definir el momento del día en que hace más calor y resulta más pesado emprender cualquier acción, por lo que lo mejor es ponerse a descansar. Pero ¿por qué sobreviene el sueño? Los estudios indican que la siesta es una necesidad determinada por los ritmos biológicos de la vigilia y el sueño. No estamos siempre igual de alertas: hay momentos en los que nos relajamos siguiendo el mandato de los relojes internos, algo que suele ocurrir entre la una y las cuatro de la tarde, en que aparecen las ganas de dormir. Pero, aunque pasa en todas las especies animales, el hombre ha ido reprimiendo esa necesidad. Además, ésta aumenta tras la comida, debido a que se produce un cambio en la circulación: aumenta la sangre en el estómago e intestino delgado para absorber alimentos, y, por tanto, llega menos sangre al cerebro, lo que provoca una sensación de letargo. Éste es mayor cuando la comida es abundante y rica en proteínas. Hay otros factores que también pueden incidir en este sueño como el calor, haber pasado una mala noche, exceso de tensión…
Los beneficios aportados por la siesta están siendo alabados por multitud de organismos científicos que destacan que esta práctica puede disminuir el riesgo cardiovascular, liberar tensiones, aumentar la capacidad de concentración y reforzar el estado de alerta. La última institución en declarar los beneficios de la siesta ha sido la Agencia Espacial Norteamericana (NASA), quien considera que el tiempo adecuado para una siesta modélica es de 26 minutos.
Los datos aportados por la Junta de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos han demostrado la mejora de la efectividad de los controladores aéreos. El estudio determina que un sueño de 26 minutos ayudaría a mejorar un 34 por ciento en el rendimiento de estos trabajadores y reforzaría su estado de alerta un 54 por ciento.
Por su parte, una investigación realizada en 2007 por A. Nasaka y E. Oikonomou y publicada en “Archives of Internal Medicine”, la siesta es una de las mejores recetas para evitar los problemas cardíacos. Del mismo modo, la Academia Americana del Sueño ha realizado un estudio al que ha titulado 'Siesta', sobre los beneficios que aporta su práctica.
Por último, algunos estudios muestran que una pequeña siesta de tan sólo 15 minutos es capaz de reducir el número de accidentes de tráfico.
La siesta ideal
Todos los expertos coinciden en que la siesta ha de tomarse en su justa medida. Y es que si es demasiado larga se pueden alterar los ciclos de sueño, y sufrir insomnio durante la noche. Si dura una hora y media, por ejemplo, tiene lugar un ciclo completo de sueño y puede interferir en el descanso nocturno, además de provocar mal humor pues se convierte en un sueño pesado del que cuesta volver. Por ello apuntan a debe durar unos 10-20 minutos y no exceder de la media hora. Pero su duración puede variar según la persona y el lugar y el tiempo disponibles, sin que deje de ser saludable.
SABÍAS QUE...
Algunas empresas han habilitado salas en las que los empleados se relajan tumbados en sofás o butacas, con música suave, y tienen un rato para descansar, ya que se ha demostrado que mejora el rendimiento. Una siesta puede resultar muy reparadora, es como si volviera a amanecer tras una noche de descanso profundo: las neuronas están activas y los neurotransmisores cerebrales se reponen del desgaste diario.
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