CICATRIZACIÓN DE LAS HERIDAS
El cuerpo es
una máquina compleja, y el proceso dinámico de cicatrización de heridas es un
gran ejemplo de cómo los diferentes sistemas de nuestro cuerpo, junto con los
productos adecuados para el cuidado de heridas, trabajan juntos para reparar y
reemplazar los tejidos desvitalizados.
Cuando la piel se lesiona, nuestro cuerpo pone en movimiento una serie automática de eventos, a menudo denominada “cascada de cicatrización”, para reparar los tejidos lesionados. La cascada de cicatrización se divide en estas cuatro fases superpuestas: Coagulación, Inflamación, Proliferación y Maduración.
Fase
1: Coagulación (hemostasia)
La
coagulación, primera fase de la cicatrización, comienza inmediatamente después
de presentarse la lesión y el objetivo es detener la hemorragia. En esta fase,
el cuerpo activa su sistema de reparación de emergencia, el sistema de
coagulación de la sangre, y forma una especie de dique para bloquear el drenaje
del fluido sanguíneo. Durante este proceso, las plaquetas entran en contacto
con el colágeno, lo que da como resultado la activación y la agregación. Una
enzima llamada ‘trombina’ se encuentra en el centro, e inicia la formación de
una malla de fibrina, fortaleciendo los grupos de plaquetas para formar un
coágulo estable.
Fase
2: Inflamación (fase defensiva)
Si la Fase 1
trata principalmente de la coagulación, la segunda fase, llamada fase de
inflamación o defensiva, se enfoca en destruir bacterias y eliminar residuos,
esencialmente preparando el lecho de la herida para el crecimiento de tejido
nuevo.
Durante esta
fase, un tipo de glóbulos blancos llamados neutrófilos acuden a la herida para
destruir las bacterias y eliminar los agentes nocivos. Estas células a menudo
alcanzan su población máxima entre 24 y 48 horas después de producida la
lesión, reduciéndose en gran medida en número a los tres días. A medida que los
neutrófilos desaparecen, otras células específicas llamadas macrófagos llegan
para continuar limpiando los agentes nocivos. Estas células también secretan
factores de crecimiento y proteínas que atraen células del sistema inmune a la
herida para facilitar la reparación tisular. Esta fase a menudo dura de cuatro
a seis días y puede presentarse edema, eritema (enrojecimiento de la piel),
calor y dolor.
Fase
3: Proliferación
Una vez que se
limpia la herida, se pasa a la Fase 3, la proliferación, donde el objetivo es
regenerar el tejido y cubrir la herida. La fase de proliferación presenta
tres etapas distintas: 1) regenerar el tejido de la herida; 2) contraer los
márgenes de la herida; y 3) cubrir la herida (epitelización). Durante la
primera etapa, el tejido de granulación de color rojo intenso y brillante llena
el lecho de la herida de tejido conjuntivo y se forman nuevos vasos sanguíneos.
Durante la contracción, los márgenes de la herida se contraen y tiran hacia el
centro de la herida. En la tercera etapa, las células epiteliales surgen del
lecho o los márgenes de la herida y comienzan a migrar saltando a través del
lecho de la herida hasta que la herida se cubre con epitelio. La fase de
proliferación suele durar de cuatro a 24 días.
Fase
4: Maduración
Durante la fase de maduración, el nuevo tejido gana fuerza y flexibilidad lentamente. Aquí, las fibras de colágeno se reorganizan, el tejido se regenera y madura y hay un aumento general en la resistencia a la tracción (aunque la fuerza máxima está limitada al 80% de la resistencia previa a la herida). La fase de maduración varía mucho de una herida a otra, y suele durar de 21 días a dos años. El proceso de cicatrización es notable y complejo, y también es susceptible de interrupciones debido a factores locales y sistémicos, que incluyen humedad, infección y maceración (local); y edad, estado nutricional, tipo de cuerpo (sistémico). Cuando se establece el ambiente de cicatrización correcto, el cuerpo trabaja de una manera maravillosa para sanar y reemplazar el tejido desvitalizado.
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