El sedentarismo es el primer factor de riesgo de enfermedad
cardiovascular en personas mayores de 30 años y sólo con 30
minutos de actividad física diaria ya estarías previniendo la aparición
de patologías del corazón.,La inactividad física o falta de ejercicio puede favorecer el desarrollar enfermedades cardiovasculares,
enfermedades crónicas importantes, discapacidad, mala calidad de vida y
mortalidad. Una persona sedentaria tiene más riesgo de sufrir arteriosclerosis, hipertensión y enfermedades respiratorias.
El ejercicio cardiovascular, comúnmente conocido como ejercicio aeróbico, es un ejercicio físico que necesita implícitamente de la respiración aeróbica
para poder realizarse. Los ejercicios aeróbicos incluyen cualquier tipo
de ejercicio que se practique a niveles moderados de intensidad durante
períodos de tiempos extensos, lo que hace mantener una frecuencia cardíaca más elevada. En ciertos tipos de ejercicios, se usa el oxígeno para oxidar grasas y carbohidratos.
Al bombear más rápido, el requerimiento de oxígeno se incrementa y se
acelera la respiración., con esto, también se fortalece el corazón y se
favorece la capacidad pulmonar.
Como se aprovechan los hidratos y las grasas para
obtener energía es muy habitual elegir el ejercicio aeróbico para perder
peso. Aunque es normal elegir entre ejercicios aeróbico o anaeróbico
en función de los objetivos que se planteen, lo ideal es alternar ambos
para maximizar los beneficios de ambos tipos de actividad.
Durante el ejercicio aeróbico se utilizan grandes grupos musculares de forma repetitiva en un periodo sostenido de tiempo, entre 30 y 60 minutos entre tres a cinco días a la semana .
Aunque pueda parecer un ejercicio más suave que el anaeróbico, debe
comenzarse de manera paulatina. Además, es muy interesante su práctica
en personas con enfermedades crónicas como la diabetes o la
hipertensión.
El ejercicio aeróbico más común es andar, correr, nadar, montar en bicicleta junto a otros como bailar, esquiar, etc. Su práctica habitual otorga al
cuerpo mayor resistencia y ayuda a combatir la obesidad., Lo opuesto al ejercicio aeróbico es el ejercicio anaeróbico, el cual consiste en un esfuerzo de corta duración en que el glucógeno o la glucosa son consumidas sin oxígeno.
Si no puedes practicar deporte simplemente incluye la actividad física en pequeñas acciones cotidianas como subir escaleras en vez de usar el ascensor y también puedes ir o volver del trabajo andando.

¿Cómo empezar?
El inicio tiene que ser progresivo, programando varias sesiones a la semana y realizar un chequeo médico previo.
Calentar siempre antes de empezar, hacer ejercicios preparatorios empezando de forma suave cada sesión y al terminar hay que realizar siempre estiramientos.
Lleve ropa holgada (preferentemente de algodón) y utilice calzado cómodo que permita una buena amortiguación.

Beneficios
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Mejora el acondicionamiento cardiovascular.
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Disminuye el riesgo de enfermedades del corazón.
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Baja la presión arterial.
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Reduce la grasa subcutánea.
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Aumenta la densidad del HDL (colesterol bueno) y reduce la del LDL (colesterol malo), reduciendo el riesgo de un ataque cardíaco.
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Ayuda a un mejor el control de azúcar en la sangre.
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Favorece la pérdida de peso.
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Mejora el estado de ánimo, disminuye los niveles circulantes de adrenalina (la hormona del estrés) y aumenta los niveles de endorfinas y otras sustancias cerebrales, contribuyendo a bajar la tensión emocional.
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Disminuye la frecuencia cardíaca en reposo.
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Aumenta su resistencia.
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Reduce el deterioro cognitivo en adultos mayores.
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Mejora el sistema inmune.
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Mejora la función pulmonar, la circulación en general y el aprovechamiento del oxígeno, no
solo por los músculos (incluyendo el músculo cardíaco), sino también por
los órganos internos y la piel, lo cual se refleja en una mayor
capacidad para realizar esfuerzos y mejoría en las funciones digestivas,
renales, inmunológicas, endocrinas, el estado de ánimo, el sueño, etc.
La actividad cardiovascular (o aeróbica) mejora la circulación coronaria,
favoreciendo la distribución de los capilares en el músculo cardíaco y
la habilidad del corazón para desarrollar nuevos ramales de arterias
sanas, que permitan llevar la sangre a lugares donde antes llegaba en
forma deficiente. También se produce un aumento de volumen de la cavidad ventricular, lo que supone una disminución de la frecuencia cardíaca en reposo y el consiguiente ahorro de gasto cardíaco.

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