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martes, 19 de octubre de 2021

 

ACTUACIÓN ANTE UNA CRISIS EPILÉPTICA



La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central, que se manifiesta en forma de crisis inesperadas y espontáneas, desencadenadas por una actividad eléctrica excesiva de un grupo de neuronas hiperexcitables.
Para hablar de epilepsia hay que haber padecido, al menos, dos crisis.

Las crisis epilépticas generalmente son autolimitadas, lo que significa que terminan de forma espontánea sin necesidad de que hagamos nada especial ni administremos ningún fármaco. Por tanto, en la mayoría de los casos una persona diagnosticada de epilepsia no necesita acudir a un servicio de urgencias después de una crisis epiléptica como las habituales. Sin embargo, un paciente con epilepsia puede pasar por diferentes situaciones que hagan necesaria una consulta urgente.

Por otro lado, es importante saber cómo auxiliar a un paciente que está sufriendo una crisis convulsiva.



Primeros auxilios ante una crisis convulsiva

 

Ante una crisis convulsiva no es necesario administrar ninguna medicación para que se detenga, ya que lo hace de forma espontánea pasados unos minutos. Pero esto no significa que no podamos hacer nada por ayudar a una persona que esté presentando una crisis:

Seguridad: lo primero, ante una persona inconsciente es colocarla en “posición de seguridad”, es decir, tumbarla de lado en una superficie lisa y amplia de la que no pueda caerse (lo mejor es el propio suelo), con la boca inclinada hacia el suelo para evitar que las secreciones o vómitos dificulten la respiración.

A continuación, es importante retirar todos los objetos que estén alrededor, y poner algo blando bajo su cabeza, de manera que evitemos posibles golpes y contusiones.

Mantener la calma: es importante mantener un ambiente de calma para no precipitarnos y tranquilizar a la persona que sufre la crisis cuando comienza a recuperar la conciencia. También es importante mirar el reloj y comprobar la duración de la crisis.

No introducir nada en la boca: nunca debemos intentar abrirle la boca ni introducir ningún objeto en la misma a una persona que esté presentando una convulsión. En la fase tónica de la convulsión la respiración cesa durante unos segundos debido a la contracción de los músculos respiratorios y después se reanuda espontáneamente.

 No sujetar: no se debe sujetar a una persona que está convulsionando, pues podemos causarle daño, lo normal es que una crisis dure menos de cinco minutos. Cuando finalice, es importante comprobar que la persona respire con normalidad. Debemos permanecer a su lado hasta que la recuperación de la conciencia sea completa, ya que es normal que tarde un tiempo en recuperar gradualmente la consciencia y pase por una fase de confusión y desorientación.

Hay crisis parciales con desorientación y confusión mental. En estos casos debemos mantenernos al lado del paciente, tranquilizándolo y evitando sin violencia que pueda hacerse daño al moverse desorientado.


Indicación de atención médica Urgente  después de una crisis epiléptica

 

Aunque en la mayoría de los casos no es necesario solicitar atención médica urgente tras una crisis epiléptica de una persona con epilepsia conocida, si se aconseja hacerlo en los siguientes casos:

– Si es la primera crisis epiléptica, o si hacía mucho tiempo que ya no las presentaba. En caso de una primera crisis hay que realizar una serie de pruebas para ver si la causa de la crisis es una epilepsia u otro tipo de enfermedad.

– Si la persona que ha tenido la crisis no respira con normalidad, especialmente si estaba comiendo cuando ha presentado el episodio o si ha vomitado. Esto puede significar que parte del alimento esté obstruyendo la vía aérea y es preciso que sea aspirado o retirado por personal médico.

– Si ha sufrido algún golpe fuerte, sobre todo en la cabeza o si presenta un dolor intenso al movilizar un brazo o una pierna, ya que puede haber sufrido una contusión importante y presentar lesiones por el traumatismo.

– Si asocia fiebre o síntomas de estar enfermo, ya que puede presentar una infección que lo predisponga a presentar nuevas crisis y es conveniente iniciar un tratamiento de dicha infección.

– Si la crisis ha ocurrido en el contexto de vómitos o diarrea, ya que esto puede significar que la medicación antiepiléptica no se está absorbiendo correctamente. En estos casos a veces está indicado un tratamiento intravenoso para asegurar niveles adecuados de fármaco en sangre.

– Si la crisis dura más de 5 minutos o si presenta varia seguidas, especialmente si la persona no se recupera de forma completa entre un episodio y otro.

-Si el paciente no recupera por completo la conciencia después de la crisis.


Crisis en racimo o crisis prolongadas

 

 Las crisis suelen durar menos de 5 minutos. Esto ocurre porque existen ciertos mecanismos en el cerebro que hacen que las crisis se detengan solas de forma espontánea. Por eso decimos que las crisis “se autolimitan”
 Desgraciadamente, en algunas ocasiones dichos mecanismos fallan y la crisis no se detiene dentro del tiempo habitual.

Cuando esto ocurre es muy importante avisar a los Servicios de Urgencias, ya que una vez superados los 5 minutos ya mencionados es difícil que la crisis ceda de forma espontánea.

A veces las crisis se autolimitan en menos de 5 minutos, pero se produce una nueva enseguida, incluso antes de que la persona se recupere por completo. Estos casos pueden ser igual de graves que el anterior, por lo que también es imprescindible la valoración médica urgente.


Estado epiléptico

 

Las crisis epilépticas que tienen una duración normal no suponen ningún riesgo para el cerebro.

Un estado epiléptico es una situación de crisis epiléptica continua o de crisis muy repetidas. Se trata de una situación muy grave que precisa tratamiento urgente hospitalario.

 Cuando una crisis dura más de 5 minutos es poco probable que se detenga sola. Por este motivo, las crisis que se prolongan más de 5 minutos suponen una urgencia médica y deben ser atendidas de manera urgente para evitar que evolucionen hacia un estado epiléptico.

Afortunadamente, el estado epiléptico no es una patología muy frecuente. No obstante, hay determinadas personas que presentan un mayor riesgo de presentarla, como son los niños y las personas ancianas. También presentan una mayor probabilidad de tener un estado epiléptico aquellas personas epilépticas que no toman adecuadamente su tratamiento o que lo suspenden de forma brusca.

Por último, igual que existen diferentes tipos de crisis epilépticas también podemos diferenciar varias clases de estados epilépticos. En líneas generales, distinguimos aquéllos con movimientos tipo “convulsión” o estados epilépticos convulsivos, de otros sin movimiento o estados epilépticos no convulsivos


Estado convulsivo generalizado

 

Suele ser fácil de reconocer, dado que la persona presenta una crisis convulsiva generalizada, que no cede espontáneamente o bien vuelve a presentar una segunda crisis antes de recuperar la consciencia. Es el tipo de estado epiléptico más grave, y precisa tratamiento médico urgente.


Estado convulsivo no generalizado

 

Este tipo de estado epiléptico, es más difícil de reconocer. Se caracteriza porque la persona que lo padece comienza a actuar de una forma extraña o a decir cosas que no tienen sentido. A veces incluso puede tener una conducta un tanto agresiva. En ocasiones se puede asociar una situación de somnolencia fluctuante que no está en relación con la toma de su tratamiento habitual.

En caso de un paciente epiléptico presente este tipo de conductas o somnolencia excesiva, debe ser valorado por un neurólogo por la posibilidad de que presente un estado epiléptico no convulsivo que requiera un tratamiento específico.


Medicación de rescate

 

Algunas personas con epilepsia presentan alto riesgo de presentar crisis prolongadas y, por tanto, un estado epiléptico. En estos casos el neurólogo puede recomendar el uso de fármacos especiales que pueden ser administrados por la familia o cuidadores del paciente en caso de una crisis que supere los 5 minutos. También se pueden usar en caso de crisis repetidas en un corto espacio de tiempo.

De esta manera se iniciaría el tratamiento de forma precoz, antes incluso de que llegaran los servicios de Urgencias. Este tratamiento rápido disminuye el riesgo de que la crisis se convierta en estado epiléptico y, por tanto, mejora el pronóstico.

El uso de estos tratamientos es sencillo, pero requiere un entrenamiento básico para evitar accidentes. La persona que lo usa debe estar capacitada para reconocer cuándo una crisis convulsiva es realmente prolongada o se considera que está repitiéndose de forma demasiado frecuente. No debe usarse a la ligera, ya que entraña riesgo de depresión respiratoria. Tampoco es recomendable sobrepasar la dosis recomendada por su médico.

Existen dos tipos fundamentales: diazepam rectal y midazolam bucal, ambos del grupo de las “benzodiacepinas”. El primero es el más antiguo y puede usarse a cualquier edad, aunque es más incómodo dado la forma de administración a modo de supositorio. El segundo es algo más moderno y cómodo, aunque no se recomienda en niños muy pequeños.

Se administra con una jeringuilla sin aguja, dejando el líquido en la mucosa bucal para su absorción, de forma que no debe tragarse. Estas formas de administración hacen que el fármaco pueda comenzar a actuar de forma rápida en el cerebro (muchísimo más rápido que si se tomaran vía oral), lo cual es fundamental.

 



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