El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular, es una de las principales causas de muerte y discapacidad, ya que se interrumpe el flujo sanguíneo al cerebro. Aunque suele ocurrir de forma repentina, existen factores de riesgo prevenibles que podemos tratar de evitar, con el fin de reducir significativamente la probabilidad de sufrirlo. En este artículo, repasaremos qué es un ictus, los factores de riesgo asociados y, lo más importante, cómo prevenir un ictus.
¿Qué es un ictus?
Un ictus ocurre cuando se interrumpe o se reduce el flujo sanguíneo hacia el cerebro, lo que puede dañar las células cerebrales al privarlas de oxígeno y nutrientes esenciales. Existen dos tipos principales:
Ictus isquémico: Se produce por la obstrucción del flujo sanguíneo de una de las arterias que suministra sangre al cerebro (trombosis, embolia), lo que origina una disminución del riego sanguíneo en una zona del cerebro. Aproximadamente, el 80% de todos los ictus son de esta naturaleza.
Ictus hemorrágico: se debe a la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro, causando una hemorragia.
En ambos casos, la falta de suministro de sangre al cerebro puede causar daño cerebral en cuestión de minutos. Este daño cerebral puede provocar consecuencias graves, como pérdida de movilidad, dificultad para hablar o incluso la muerte. La rápida atención médica es esencial para tratar de minimizar el daño. Además, el tratamiento neurorrehabilitador desde los primeros días permite una mejor recuperación de las funciones perdidas.
10 Hábitos saludables para prevenir un ictus
Entender los factores de riesgo es fundamental para saber cómo prevenir un ictus de manera efectiva. Muchos de estos factores están relacionados con el estilo de vida y podemos modificarlos o controlarlos con hábitos saludables y chequeos médicos regulares. A continuación, te explicamos cuáles son los principales hábitos saludables que te ayudarán a reducir los factores de riesgo y, con ello, tratar de prevenir un ictus.
1. Controla tu tensión arterial
La tensión arterial alta daña las arterias y aumenta el riesgo de formación de coágulos o rupturas de vasos sanguíneos en el cerebro. Es el factor de riesgo más importante y a menudo no presenta síntomas evidentes, por lo que es imprescindible llevar un control regular. Por tanto, mide tu tensión arterial regularmente y sigue las recomendaciones de tu médico. Los valores óptimos de presión sanguínea son 120 mmHg (presión sistólica) y 80 mmHg (presión diastólica). Si necesitas bajar tu tensión arterial, una alimentación baja en sodio y rica en frutas, verduras y alimentos integrales, el ejercicio físico y la medicación pueden ayudarte a lograrlo.
2. Mantén niveles saludables de colesterol
El exceso de colesterol «malo» (LDL) se acumula en las paredes de las arterias, formando placas que reducen o bloquean el flujo sanguíneo. Este proceso, conocido como aterosclerosis, puede desencadenar un ictus isquémico. Para reducir las cifras de colesterol LDL, conviene mejorar la dieta con alimentos ricos en fibra, como avena, legumbres y frutos secos, y limitar el consumo de grasas saturadas y trans.
3. Controla tus niveles de azúcar
La diabetes mal controlada daña los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de hipertensión y aterosclerosis. Además, los niveles altos de glucosa pueden causar inflamación y estrés oxidativo, factores que contribuyen al ictus. Por lo tanto, si padeces diabetes, es fundamental controlar tus niveles de glucosa en sangre a través de una dieta adecuada, ejercicio y medicación, si es necesario.
4. Mide tu pulso
Si te resulta posible, trata de evaluar con regularidad el pulso, ya que esta acción resulta muy relevante para determinar el riesgo de ictus. Si detectas palpitaciones fuertes y rápidas sin haber realizado ejercicio, conviene acudir al médico.
5. Evita el tabaquismo y el alcohol
El humo daña las paredes arteriales, facilita la formación de coágulos y disminuye los niveles de oxígeno en sangre. Incluso la exposición al humo, como fumador pasivo, incrementa el riesgo de sufrir un ictus. Por su parte, el abuso de alcohol eleva la presión arterial, debilita el músculo cardíaco y puede provocar alteraciones en el ritmo cardíaco, como la fibrilación auricular, que aumenta el riesgo de coágulos. Por todas estas razones, debemos evitar el consumo de ambas sustancias si queremos tratar de prevenir un ictus.
6. Mantén un peso adecuado
El exceso de peso contribuye a la hipertensión, diabetes y colesterol alto, por lo tanto, debemos tratar de reducir o mantener nuestro peso. Para ello, además de llevar una dieta equilibrada, es imprescindible practicar ejercicio físico.
7. Lleva una dieta saludable
La alimentación es esencial para corregir los valores de hipertensión, diabetes y obesidad. Una alimentación saludable debe ser variada, rica y centrada especialmente en comidas con poca sal y bajas en grasas. Lo ideal es optar por la dieta mediterránea, rica en frutas, verduras, pescados, aceite de oliva y frutos secos. También es importante limitar el consumo de azúcar, grasas poco saludables y alimentos ultraprocesados.
9. Aprende a gestionar el estrés
El estrés crónico y constante puede elevar la presión arterial y favorecer hábitos poco saludables como el consumo de tabaco, alcohol o alimentos procesados. Además, el estrés psicológico puede tener un impacto directo en el sistema cardiovascular. Para controlar y reducir este estrés, prueba con técnicas de relajación como meditación, yoga o respiración profunda y, si es necesario, recurre a la ayuda de un profesional de la salud mental.
10. Haz tus revisiones médicas de forma regular
Realiza tus chequeos médicos periódicos para detectar y tratar a tiempo condiciones como hipertensión, diabetes y colesterol alto. Más aún si tienes un historial familiar o propio de hipertensión, diabetes o enfermedades cardiovasculares
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