La convulsión febril es una crisis convulsiva que ocurre coincidiendo con la fiebre, en niños menores de 5 años, sin datos de infección intracraneal. Debe existir una temperatura > 37,5 ºC en cavidad oral o > 37,8 ºC en pliegue auxiliar según la mayoría de estudios
Según la AAP, se define como: una convulsión acompañada de fiebre (mayor o igual a 38 ºC), sin presencia de infección en el sistema nervioso central, en niños entre 6 meses y 5 años de edad.
Suele aparecer entre los 6 meses y 5 años. Normalmente se presenta en las primeras 24 horas del proceso febril. Existen factores de riesgo multicausales como vacunaciones, infecciones, inmadurez cerebral, etnia, etc.). Presenta una prevalencia alta, entre un 2-5%.
A pesar de presentar una prevalencia alta 2-5%, hay que recalcar que es de naturaleza benigna.
Algunas de las características clínicas más comunes son:
Suelen manifestarse dentro de las primeras 24 horas de la aparición de la fiebre. Solo cerca del 22% se manifiesta tras estas 24 horas.
Mayor incidencia en el sexo masculino.
Se manifiesta más en los meses de invierno y verano, respectivamente.
Su duración es inferior a los 15 minutos en más del 90% de los casos. En el caso de durar más de 15 minutos estaríamos hablando de otro tipo de convulsión.
Acompañadas de una disminución del nivel de conciencia, con crisis tónico-clónicas en el 80%.
Un tercio de los niños afectados con crisis convulsivas febriles tienen antecedentes en familiares de primer grado
asociación entre aparición de crisis e inmadurez cerebral, por lo que la incidencia disminuye según aumenta la edad.
Clasificamos las crisis febriles en 2 tipos.
Crisis febriles simples: Ocurre solamente una vez dentro de las primeras 24 horas, no se presentan síntomas postictales, representa en torno al 70% de los casos, duración inferior a 15 minutos y presentan convulsión tónica clónica generalizada.
Crisis febriles complejas: Se repite en dos o más ocasiones dentro de las primeras 24 horas, se puede producir parálisis de Todd (incidencia 0,4%.), representa el 30% de los casos, duran mas de 15 minutos, existe un déficit neurológico posterior a la crisis y puede aparecer como una convulsión focal que puede generalizarse en momentos posteriores.
La AAP ha propuesto una guía de práctica clínica sobre cómo llevar a cabo la actuación en las crisis febriles simples. Sin embargo no existe un consenso sobre las complejas. La ILAE recomienda el ingreso de todas las crisis febriles complejas pero ello supone un alto coste sanitario que no está directamente relacionado con un beneficio.
Cualquier crisis febril simple que curse con una característica de las descritas en las atípicas, complejas o complicadas pasará a ser clasificada como tal.
Actuación básica en las crisis convulsivas.
Es muy importante mantener la calma y avisar lo antes posible a los servicios de emergencia 1-1-2 o, en su defecto, trasladar al niño al centro de salud/hospital más cercano.
Colocar al niño en un lugar seguro donde, debido a las convulsiones, no pueda lesionarse partes del cuerpo.
NO introducir los dedos de las manos ni ningún otro objeto en la boca, ni tampoco tratar de “sacar” la lengua del niño. En caso de pérdida del nivel de conciencia y/o vómitos colocar al niño en Posición Lateral de Seguridad para evitar posibles complicaciones asociadas a la obstrucción de la vía aérea.
No retener al niño con las manos, dejar con convulsione. No sacudir ni golpear para que despierte.
Aflojar la ropa que pueda causarle mayores daños sobre todo alrededor del cuello.
Fijarse en la hora de inicio de la convulsión así como la temperatura para después poder informar a los sanitarios de la duración y características de la misma.
Tener en cuenta que estado postictal, es decir, tras el episodio convulsivo, puede durar hasta una hora, en el cual el niño puede estar somnoliento.
*Estado del mal epiléptico.
Se trata de la emergencia más frecuente dentro de la neuropediatría y está clasificada como la forma más extrema de una convulsión.
Se define como condición que resulta de un fallo en los mecanismos responsables de terminar la convulsión o de la iniciación de mecanismos que provocan una convulsión anormalmente prolongada. Puede provocar muerte y alteraciones de la red neuronal a largo plazo.
En este caso, el primer tiempo (que es cuando se debe comenzar el tratamiento) es de 5 minutos para las convulsiones tónico-clónicas generalizadas y 10 minutos para las focales con o sin pérdida de consciencia. Existe un segundo tiempo, donde puede comenzar el daño neuronal, que varía entre los 30-60 minutos por lo que una estabilización rápida del paciente es imperativa puesto que la tasa de mortalidad aumenta por diez si la crisis se prolonga.