La alimentación complementaria dirigida por el bebé (también llamada en inglés baby-led weaning) se refiere a que es el bebé quien dirige el proceso de cambio hacia la alimentación variada.
Aunque su principal fuente de nutrientes seguirá siendo la leche materna o fórmula, es importante que, desde el inicio, se establezca una alimentación sana, donde incluyas solo productos naturales, nada de procesados, ahumados, envasados, y que su alimentación sea balanceada.
Así, le van ofreciendo alimentos de los que toma la familia, que el niño coge con su mano y los mordisquea. Aquí no hace falta una persona adulta dando papillas con una cuchara. El resto del tiempo, el bebé sigue tomando el pecho o el biberón.
Hacia los 6 meses, la mayoría de los bebés ya se mantienen sentados y pueden coger objetos con la mano y llevárselos a la boca, por lo que este tipo de alimentacion se sustenta en bases fisiológicas. Sobre esa edad, muchos también pueden aplastar con labios y encías los alimentos blandos y tragarlos.
Se puede iniciar este tipo de dieta alrededor de los 6 meses, cuando el bebé se sostiene sentado casi sin apoyo y puede tener en la mano un trozo de alimento del tamaño de un dedo y llevárselo a la boca.
Ventajas respecto a la alimentación complementaria tradicional:
Comodidad: el bebé come alimentos que ya hay en la mesa. No hace falta comprar otros, ni guisarlos de modo especial. Come al mismo tiempo que la familia.
Se va acostumbrando a las comidas de su casa, de su cultura.
Crean interés por la comida del plato de su madre, despierta el instinto y son menos selectivos.
El bebé come a su ritmo, según adquiere habilidades. Nunca se le fuerza. Esto disminuye muchos conflictos familiares.
Se evita el paso intermedio de papillas y purés (aunque no es incompatible) y una nueva transición cuando ya toque pasar a la comida caseras.
Alimentos que pueden utilizarse:
Verduras cocinadas al vapor o ligeramente cocidas o asadas. Enteras o cortadas en trozos del tamaño de un dedo. Ejemplos: judías verdes, ramitos de brócoli o coliflor calabacín, zanahoria, calabaza, patata, berenjena, etc.).
Frutas y verduras crudas, cortadas en forma de “palitos”: pera, plátano, mango, ciruela, aguacate, pepino…
Carne guisada, cocida o a la plancha, cortada en tiras o con una parte larga para poder agarrarlo: pollo, ternera, pavo, cordero, cerdo...
Otros: taquitos alargados de queso, pan o tostadas, colines, tortas de arroz, bolas de arroz o arroz cocinado de cualquier forma, mini sándwiches (las dos partes de pan se pegan con queso de untar, jamón de York…), macarrones, etc.
Se deben evitar los platos
preparados o alimentos a los que se les haya añadido azúcar
o sal, y conviene ofrecer un poco de agua durante estas comidas.
Precauciones
El atragantamiento. Por eso se deben evitar los alimentos duros y pequeños como los frutos secos, las aceitunas, la zanahoria o la manzana crudas. Y los niños han de estar acompañados mientras comen.
Además, los bebés prematuros o los que tienen alguna dificultad en su desarrollo puede que tarden más en conseguir esas habilidades y necesitarán comer con ayuda durante más tiempo.
También hay que tener precaución con los niños que padezcan alguna enfermedad crónica o con riesgo de desnutrición.
Puede que los bebés alimentados con fórmula artificial, cuyo sabor no cambia, tengan algunas dificultades respecto a los que han tenido lactancia materna, pero eso no significa que no puedan seguir este método.
Conslusión
El bebé sabe cuánta cantidad de comida necesita. No hay que meterle prisa ni obligarle a comer.
Es bueno darle el pecho o bibieron en su defecto tan a menudo como lo pida y completar su dieta con trozos de alimentos fáciles de manipular.
Si toma biberones, conviene mantener al menos 4-5 tomas al día.
Es un método un poco “sucio”, pero menos estresante que el tradicional.
Favorece la autonomía del bebé, su adaptación a las comidas normales y disminuye el riesgo de sobrealimentación y obesidad futuras.