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lunes, 28 de agosto de 2023

SARNA O ESCABIOSIS: CONTAGIO, SÍNTOMAS Y TRATAMIENTO

 

La denominación médica de la sarna es escabiosis está causada por un ácaro diminuto llamado Sarcoptes scabiei. Entre los síntomas de la sarna destaca el prurito o picor y se manifiesta con lesiones en la piel.

A pesar de que, a menudo, la relacionamos a unas condiciones deficientes de higiene, la sarna no es una enfermedad vinculada a ninguna clase social. Cualquier persona, sea cual sea su estrato económico, edad, sexo o raza, puede contagiarse y padecer esta dolencia de la piel, causada por un ácaro. Aunque se propaga con facilidad, sobre todo en los ambientes donde los seres humanos viven hacinados, puede tratarse y desaparecer en pocas semanas.

CONTAGIO

La sarna es una enfermedad muy contagiosa. Normalmente, se transmite por contacto directo con la piel de una persona infectada. Aunque no es habitual, también puede propagarse con el contacto con objetos inertes contaminados (ropa, toallas, sábanas) ya que el ácaro Sarcoptes scabiei puede sobrevivir fuera del cuerpo humano durante tres días. 

Es muy poco probable que se transmita con el contacto con los animales, como los perros, ya que a estos les afectan especies de ácaros distintas a las que se hospedan en el ser humano. En caso de transmisión de un animal a una persona, la presencia de los parásitos puede causar prurito, pero no sobreviven mucho tiempo y el síntoma desaparece por sí solo. 

SÍNTOMAS

El síntoma inicial y más frecuente de la sarna suele ser un picor muy intenso, producto de la reacción alérgica a los ácaros, a sus huevos y a los desechos que producen. Inicialmente, el prurito es local y, después, tiende a generalizarse. La intensidad del prurito se suele incrementar por la noche. En bebés muy pequeños, el picor puede no aparecer.

Además, y como lesiones visibles en la piel, los ácaros excavan en la piel galerías finas e irregulares (surcos). Inicialmente, comienzan en las zonas de la piel donde hay pliegues y grietas: entre los dedos, en la parte interior de las muñecas y de los codos, axilas, nalgas, la cintura, rodillas, borde interno de los pies…. También alrededor de las mamas, en las mujeres, y los genitales, en los hombres, son lugares del cuerpo proclives, al igual que debajo de anillos, relojes y brazaletes.

En los niños, sin embargo, el área de afectación suele extenderse y puede llegar a todo el cuerpo, incluidos el cuero cabelludo, las palmas de las manos y las plantas de los pies. En la cara, solo suele afectar a los bebés y a las personas que sufren la variedad llamada sarna costrosa.

Los surcos que realizan los ácaros suelen estar acompañados al final por una protuberancia o pápula (llamada la pápula acarina).  A veces, existen también nódulos, ampollas o costras. El rascado excesivo puede producir úlceras en la piel que originen infecciones bacterianas secundarias.

En general, la primera vez que una persona se contagia de sarna pueden transcurrir en torno a tres semanas hasta que se manifiesten los signos y síntomas en su piel. No obstante, ese periodo de incubación puede reducirse a entre uno y cuatro días, aproximadamente, si la persona ya tuvo la enfermedad previamente.

Por otro lado, las áreas del cuerpo afectadas son mayores en quienes padecen un tipo de sarna más grave, llamada sarna costrosa o sarna noruega, normalmente, ancianos y personas con el sistema inmune deprimido o desnutridas. Estas personas pueden sufrir también descamación en manos y pies y, en sus costras, esconderse desde cientos a más de un millón de ácaros vivos y sus huevos. Se trata de un tipo de sarna mucho más contagiosa.

TRATAMIENTO

La sarna es una enfermedad que puede tratarse con facilidad y la mayoría de los casos pueden curarse sin problemas. El medicamento más habitual para tratar la sarna suele ser la permetrina, una crema que se aplica sobre todo el cuerpo, incluyendo todos los pliegues y la piel debajo de las uñas y, en los niños, la cabeza.

Otra opción para intentar curar la sarna es el lindano, capaz de eliminar los ácaros y sus huevos, pero que no puede usarse en embarazadas, madres lactantes, bebés y niños pequeños (menores de dos años), entre otros casos. En estos últimos, puede aplicarse un ungüento de azufre y crema de crotamitón, aunque resultan menos eficaces.

Respecto a la sarna costrosa, el dermatólogo puede prescribir ivermectina, un fármaco que se toma en una sola dosis por vía oral.

En cualquier caso, la indicación y elección del mejor tratamiento en cada paciente de sarna corresponde al profesional sanitario.

También puede recurrirse a antihistamínicos para aliviar el picor; a veces, pueden ser necesarios hasta después de que la sarna haya desaparecido, ya que la reacción alérgica que causan los ácaros puede persistir, a pesar de que los parásitos estén muertos.

 


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