RESILIENCIA
A veces la vida nos pone a prueba,
nos plantea situaciones que superan nuestras capacidades: una enfermedad,
una ruptura de pareja particularmente dolorosa, la muerte de un ser
querido, el fracaso de un sueño largamente anhelado, problemas económicos o una
pandemia como el COVID-19…
Existen diferentes circunstancias que nos pueden llevar al límite y hacer que nos cuestionemos si tenemos la fuerza y la voluntad necesarias para continuar adelante. En este punto tenemos dos opciones: dejarnos vencer y sentir que hemos fracasado o sobreponernos y salir fortalecidos, apostar por la resiliencia.
El significado de resiliencia,
según la definición de la Real Academia de la Lengua (RAE) es la capacidad
humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas,
pero en psicología añadimos algo más al concepto de resiliencia: no sólo
gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones
potencialmente traumáticas, sino que también podemos salir fortalecidos de
ellas.
La resiliencia implica
reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas
circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas
resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que
les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas
situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.
Para las
personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles, una
manera diferente y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de que
después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo
sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que,
después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en
los labios.
La resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida.
Hay personas
que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un
modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el
camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre
y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias.
De
hecho, las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que
han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado
varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse
al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades
necesarias para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.
Características
de la persona resiliente:
- Son
conscientes de sus potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las
adversidades y los retos, y las personas resilientes saben
usarla a su favor. Estas personas saben cuáles son sus principales
fortalezas y habilidades, así como sus limitaciones y defectos. De esta
manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta
sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen
para conseguirlas.
- Son
creativas. La persona con una alta
capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón
roto, es consciente de que ya nunca volverá a ser el mismo. El resiliente
hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia
dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
- Confían
en sus capacidades. Al ser
conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas
resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les
caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de
lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del
trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es
necesario pedir ayuda.
- Asumen
las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos
desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia son
capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas
asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para
aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su
futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una
adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto.
- Practican
el mindfulness o conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas
resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir
en el aquí y ahora y de tienen una gran capacidad de aceptación. Para
estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de
culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota
de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias
tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan
de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse
ante la vida.
- Ven la
vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma
optimista. Las personas resilientes son muy
objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que
tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean
optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni
negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan
de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, y están
convencidas de que por muy oscura que se presente su jornada, el día
siguiente puede ser mejor.
- Se rodean
de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben
cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas
que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan a aquellos que se
comportan como vampiros emocionales. De esta forma, logran crear una
sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
- No
intentan controlar las situaciones, sino sus emociones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de
querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo
se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin
embargo, las personas con capacidad de resiliencia saben
que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar
con la incertidumbre y se sienten cómodos, aunque no tengan el control. Se
centran en cambiar sus emociones, cuando no pueden cambiar la realidad.
- Son
flexibles ante los cambios. A pesar
de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben
perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente
flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es
necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están
dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente
a sus planes iniciales o a una única solución.
- Son
tenaces en sus propósitos. El hecho
de que los resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus
metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su
capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos
de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con
ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a
mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
- Afrontan
la adversidad con humor. Una de
las características esenciales de las personas resilientes es su sentido
del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una
broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a
mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos
positivos de las situaciones.
- Buscan la
ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando
las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su
primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia
del apoyo social y no dudan en buscar la ayuda de un buen psicólogo cuando
lo necesitan.
0 comentarios:
Publicar un comentario